Grandes momentos del arte: Trecento. En camino al Renacimiento.

La Historia del Arte es la historia de las obras de arte. Dentro del terreno humanístico, la Historia del Arte tiene un objetivo preciso: interpretar las obras artísticas, es decir, averiguar su significado. Lo verdaderamente importante es tener en cuenta que una obra nunca es algo aislado, sino que constituye un eslabón de una cadena formada por otras muchas, entre las cuales se establecen conexiones, aunque pertenezcan a épocas y a lugares diferentes.

El Trecento (1300 a 1400) fue un siglo privilegiado que contó con los primeros creadores reconocidos como genios de la cultura: Dante, Petrarca, Giotto, y Duccio son algunos de ellos. Cada uno en sus respectivos campos, marcó un espíritu nuevo que puso al hombre y su voluntad en el eje de la creación. Además, Giotto fue el primer pintor de la historia occidental que tuvo gozó de éxito en vida.

El Trecento arrancó de los últimos momentos del Duocento, en la transición iniciada por los artistas toscanos que trabajan la pintura en vez del mosaico. Durante este siglo, el XIV, se van a desarrollaron dos escuelas diferentes, la florentina y la sienesa, cada una ella ubicada en sendas repúblicas poderosas. Las obras realizadas durante esta época son el resultado de fructíferos intercambios entre artistas de diversos lugares. El verdadero foco donde se elaboró y se difundió este lenguaje figurativo, fue la basílica de San Francisco de Asís, construida a la gloria del santo poco después de su canonización (1228). De 1260 a 1330, en ella se sucedieron y reunieron los mejores maestros, ejecutando diferentes ciclos pintados que, todavía hoy, siguen planteando problemas de cronología y de atribución.

Entre los siglos XIII y XIV, la Toscana vio nacer a las llamadas “tres coronas” de la literatura italiana: Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Mientras que Dante marcaba el final de la literatura medieval y Boccaccio era ya un exponente del pensamiento renacentista, y Petrarca representó un puente entre el mundo que se acababa y el que estaba naciendo. Dante, Petrarca y Boccaccio iniciaron la tradición del “laureado” como símbolo de la consagración profesional (aunque a Dante se le concedió de forma póstuma).

Vinculado a lo anterior hay que tener presente que, en la civilización occidental de la Edad Media, la mujer ocupaba un lugar muy inferior al del hombre en la jerarquía social. Este poseía una autoridad “natural” sobre ella. La mujer no tenía un lugar específico; carecía de autonomía y, para ser reconocida, le quedaban únicamente dos opciones: el matrimonio o el convento. Pero en la literatura del trecento se percibía como algo diferente. Es curioso que los literatos, en cierto momento de su vida, conocieron a una dama a quienes inmortalizaron en sus obras: Beatrice, la amada de Dante, es como un ángel; Laura, el amor de Petrarca, es considerada modelo de virtudes, ingenua, modesta y púdica. Con Boccaccio todo cambió y la mujer pasó a ser presumida, alegre, y con los mismos sentimientos que el hombre. Así que la mujer y lo femenino serán temas importantes en nuestras charlas, por tal motivo, también dedicarems un tema a Christine de Pizan, su vida, obra y relación con los inicios de la Querella de las mujeres.

Los objetivos principales de nuestras charlas son:

• Sintetizar las principales características de la vida y obra de cada uno de los personajes seleccionados.
• Brindar elementos para identificar las características de las principales obras elegidas.
• Propiciar el espacio para la experiencia estética al contemplar visual y/o auditivamente (de forma indirecta a través de diapositivas) las piezas artísticas recopiladas.

La temática está pensada para todas aquellas personas inquietas y sensibles por disfrutar y aprender sobre el arte y su historia.

NOTA: Las charlas no incluyen grabaciones en video ni memorias.

Contenidos:

• Cimabue
• Giotto 
• “Teresa Dieç mujer, me hizo”
• Beatrice y Dante Alighieri 
• Laura y Petrarca
• Fiammetta y Boccaccio
• Christine de Pizán